19 abril, 2024

IDEAS PUNTUALES

En esta sección incluyo algunas observaciones y sugerencias puntuales sobre la naturaleza de la desinformación y qué podemos hacer para neutralizarla. Algunas provienen de Realidades embusteras; otras, no.

EN QUÉ CONSISTE LA DESINFORMACIÓN

En lo esencial, desinformar es comunicar deliberadamente hechos, datos y decisiones falsos o inexistentes, para generar relatos ficticios sobre la realidad, con el propósito de incidir en las percepciones y decisiones de otros. No se trata solo de mentir (asegurar algo que no ocurrió), sino de fabricar nuevos entramados de hechos, personajes, relaciones e intenciones, para suplantar con ellos a los verdaderos; es decir, inventar realidades mediante imposturas o transformarlas simbólicamente.

Crear líneas narrativas que atraigan y simplifiquen realidades complejas, o articular argumentos con rasgos de verosimilitud, que destaquen los significados (falsos o distorsionados) que se desean proyectar sobre una colectividad, son recursos de gran eficacia para que la desinformación permee en las personas. Por esto, divulgar falsedades puntuales de manera secuencial, para crear e insistir en un argumento, es una técnica sumamente utilizada para desinformar. La desinformación es, generalmente, una trama articulada de falsedades. Solo logra existir, como fenómeno social, cuando es compartida. Pertenece más al ámbito de la prestidigitación que al de la real argumentación. Que lo diga Donald Trump.

Si la mentira, en buena medida, es reactiva, la desinformación es proactiva; si la mentira tiende a ser singular o individual, la desinformación generalmente es un fenómeno social. La mentira pertenece más al ámbito de los hechos o actos específicos; la desinformación, al de los procesos multifactoriales. El mentiroso acepta, explícita o implícitamente, que, de una manera u otra, existe una índole absoluta de verdad; su papel es negarla. Quien desinforma, en cambio, rechaza la noción misma de verdades sólidas o contundentes, o de evidencias documentadas e indiscutibles (por ejemplo, esta palabra está impresa con tinta negra); ignora los hechos, porque les resta valor y los convierte en una entidad maleable, de acuerdo con las intencionalidades que animen su discurso.

 

CINCO INGREDIENTES DE LA DESINFORMACIÓN

De los ingredientes que se usan para desinformar, mezclados en distintas dosis según cada caso, cinco son de particular importancia:

  • Partir, para alterarlos, de hechos o situaciones de alto interés o impacto público, en situaciones de marcada incertidumbre.
  • Envolver falsedades sustantivas con fragmentos de verdades puntuales, que brinden credibilidad a la simulación mayor.
  • Afincarse en fuentes de información que, a simple vista, parecen respetables y tienen alguna representatividad o reconocimiento público, aunque en realidad sean interesadas o cómplices.
  • Explotar la opacidad de quienes deberían actuar con transparencia, pero asumen actitudes de ocultamiento.
  • Tocar las fibras de públicos predispuestos a creer sus versiones retorcidas, sea por prejuicios, falta de actitud crítica o identificación –política, ideológica, religiosa o gremial– con quienes las originaron.

POR QUÉ REPRODUCIMOS DESINFORMACIÓN

Difundir mensajes falsos o realidades embusteras es un acto dañino y reprochable. Por esto, merece rechazo, sobre todo si se hace a sabiendas de sus falsedades o distorsiones. Sin embargo, también es necesario reconocer que quienes lo hacen no necesariamente actúan fríamente o por maldad, albergan motivaciones perversas o buscan perjudicar. Lo más probable es que sean personas estimuladas por otros impulsos. Algunos posibles:

  • Les atrae ser “las primeras” en divulgar algo hasta ahora poco o nada conocido, y así generar sorpresa y buscar reconocimiento.
  • Les satisface proyectar la sensación de control, y hasta autoridad, que otorga “saber” algo desconocido para otros, aunque presuman o conozcan que no es cierto.
  • La falsedad reconocida coincide con sus prejuicios y, al compartirla, reafirma sus creencias y las proclama ante quienes las acompañan en ellas.
  • Desearían que la versión fuera cierta y divulgarla se convierte en un recurso, aunque muy dudoso, de legitimación.
  • El mensaje lo recibieron de una amiga en quien confían y pretenden quedar bien con ella haciéndole eco.
  • Quieren complacer a interlocutores que –suponen– se deleitarán con la “información”, porque calza con su visión de los hechos o personajes a que se refiere.
  • Tienen escaso interés por la verdad, o pereza por el esfuerzo de verificarla.
  • Su comunicación se genera en un contexto de crispación, que puede llevarlas a considerar su acto de clonación desinformativa como arma aceptable para incidir en el debate.
  • El uso de dispositivos técnicos sustituye el contacto físico y, de este modo, reduce los factores moderadores típicos de la interacción humana directa. Lanzar la falsedad con solo apretar un botón en el teléfono celular da una cierta cobertura psicológica al acto. Se asemeja, aunque con mucho menos dramatismo, a la tarea de quien, a la distancia, maneja los drones que eliminan vidas sin rostro.

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